La historia de Ferrari es de lo más curiosa. Para empezar, su logo tiene mucho que ver con el de su archirrival, Porsche, pero, además, es muy probable que hoy exista como marca gracias a un español. Si no te lo crees, sigue leyendo esta historia.
A estas alturas, todo el mundo sabe que Ferrari es el apellido del fundador de la marca y que su logotipo es un caballo rampante. También es muy probable que muchos sepan que el origen de ese caballo es alemán, pero seguro que en esta edición de “qué significa el logo de” descubres muchas cosas que desconocías del origen de la marca de coches más conocida del mundo.
Ferrari tiene dos logotipos, siempre protagonizados por el caballo encabritado sobre fondo amarillo (luego veremos su origen). Uno de ellos es rectangular con el apellido Ferrari y está presente en todos los modelos de la marca (salvo en el Dino de 1968). El otro es de forma triangular y bajo el caballo están las iniciales de Scuderia Ferrari; éste sólo se reserva a los modelos más prestacionales de la marca o de competición y aparece sobre sus costados delanteros.
Es curioso que dos marcas que son enemigas históricamente, Porsche y Ferrari, compartan el mismo símbolo en el centro de sus logotipos, un caballo rampante (il cavallino, como lo llaman los italianos). Este caballo encabritado forma parte del escudo de la ciudad alemana de Stuttgart, donde se encuentra la sede de Porsche, y acabó presidiendo los frontales de los Ferrari de una forma muy peculiar.
En 1923, Enzo Ferrari ganó la carrera celebrada en el circuito de Savio (en Rávena) y fue invitado a casa de la condesa Paolina Baracca. Parece ser que Enzo se fijó en un trozo de tela que la dama tenía presidiendo el salón de su casa y que ésta le pidió que emplease ese símbolo en sus coches para que le trajese suerte en las carreras. El trozo de tela era una parte del fuselaje del biplano del hijo de la condesa, Francesco Baracca, abatido durante la Primera Guerra Mundial, quien, a su vez, lo había tomado prestado del primer avión enemigo que derribó en la contienda, de un piloto alemán que llevaba el símbolo de su ciudad, Stuttgart.
En aquellos años, Enzo Ferrari trabajaba para Alfa Romeo y no le permitieron utilizar este símbolo hasta 1932, en el circuito de Spa, donde ganó la carrera. A partir de entonces, “il cavallino” e “il Commendatore” (como llamaban sus empleados a Enzo Ferrari) irían siempre de la mano.
Wifredo Ricart, el español que desquició a “il Commendatore”
No cabe duda de que Enzo Ferrari fue un genio del automóvil, pero también es cierto que su personalidad y su temperamento eran “extremadamente latinos”, un tipo vehemente y difícil de tratar. Es curioso que esta forma de ser haya sido capaz de crear dos marcas tan emblemáticas como Ferrari y Lamborghini. De por qué se fundó Lamborghini trataremos en otro reportaje, cuando hablemos de la historia de su logo; hoy toca explicar los orígenes de la marca Ferrari como tal.
En el apartado anterior vimos que Enzo Ferrari trabajaba para Alfa Romeo en sus inicios. En efecto, Enzo comenzó sus andanzas en el automovilismo como piloto, corriendo con coches de esta marca. En 1929 funda su propia escudería, corriendo con coches de Alfa Romeo y Fiat. En 1938 es contratado oficialmente por Alfa Romeo como jefe del equipo de carreras de la marca y empiezan sus desavenencias con la dirección de la compañía. Además de no gustarle en absoluto la idea de que Alfa Romeo llegase a absorber su amada escudería y hacerla propia, Enzo no soportaba al ingeniero que la marca italiana tenía para desarrollar sus modelos especiales y de competición, el español Wifredo Ricart, del que llegaba a decir que un tipo que andaba con unos zapatos de suela tan gruesa no podía estar bien de la cabeza. En efecto, la forma de afrontar los retos era radicalmente opuesta. Ferrari era más práctico; Ricart, un ingeniero teórico apasionado por la técnica. Ambos rivalizarían años más tarde con coches creados bajo sus reglas. Los Pegaso Z-102 españoles eran tecnológicamente mucho más avanzados que los Ferrari, pero demasiado para una época en la que ni los materiales ni las máquinas para fabricar las piezas estaban a la altura, por lo que los Pegaso de Ricart se ganaron mala fama en cuanto a su fiabilidad, dando la razón a Ferrari en aquellos años, aunque, paradojas de la vida, en la era moderna los Ferrari tienen unos motores de arquitectura más similar al V8 con 4 árboles de levas en cabeza de los Pegaso Z-102 que al V12 de un único árbol de levas por bancada de los Ferrari.
El caso es que Enzo Ferrari dio portazo a Alfa Romeo en 1940 con la férrea intención de crear su propia marca y que ningún ingeniero le volviese a molestar con sus ideas. La Segunda Guerra Mundial lo paró todo y no sería hasta 1947 cuando, por fin, salió de la factoría italiana el primer automóvil con el nombre de Ferrari escrito sobre sus tapas de balancines y el famoso “cavallino” presidiendo su volante y su coraza: el Ferrari 125 S. Enzo decidió que sus coches se denominarían con un número que indicaría el volumen de cada uno de los cilindros de sus motores (que debían ser V12, una obsesión de “il commendatore”). El primer Ferrari tenía un motor V12 de 1,5 litros de cilindrada (1500/12= 125 cm3).
El miedo a poder perder el control de su “scuderia” provocó que en 1963 Ferrari diese marcha atrás en el último momento a la firma de un acuerdo de venta a Ford, lo que enfureció tanto al americano que dio lugar a otro icono del automóvil, el Ford GT40. Está claro que Enzo era de armas tomar.
Antes comentaba que uno de los motivos por los que Enzo decidió abandonar Alfa Romeo eran sus continuas discusiones con un ingeniero español. Con su propia marca se acabó el discutir con sus técnicos: si la idea no satisfacía a don Enzo, no se hacía y, probablemente, eras despedido, así de claro.
Para Ferrari, un motor tenía que tener 12 cilindros, y punto. Esto tenía su lógica debido a que, para lograr potencia, había que girar a bastantes revoluciones, pero no había materiales lo bastante ligeros y resistentes en aquellos años para lograr que el motor no se despedazase al subir de vueltas si los pistones y bielas eran muy grandes, así que, dividiendo la cilindrada entre un mayor número de cilindros, reducías las inercias internas de éstos y el motor podía coger más vueltas con seguridad.
Enzo decidió fabricar automóviles para particulares con la finalidad de ganar dinero para mantener viva su “Scudería”. Uno de los Ferrari más famosos y cotizados de todos los tiempos es el Ferrari 250 GTO fabricado entre 1962 y 1964 (el número ya sabemos lo que significa, GTO son las siglas de Gran Turismo Omologato), un automóvil “de calle” homologado -de ahí su nombre- para participar en competición y que se convirtió en todo un símbolo y un sueño para los mortales.
En 1968 sale al mercado otro Ferrari que es todo un icono, pero que, tal y como decía varios párrafos más arriba, no fue considerado digno de llevar el símbolo de Ferrari, aunque sí el diminutivo de su único hijo Alfredo Ferrari (Alfre-dino, como solía llamarlo Enzo). El primer Dino montaba un ligero V6 central trasero, una construcción indigna para “il commendatore” pero que pretendió ser el anticipo de una marca de deportivos más económicos y de mayor difusión, algo que finalmente no se llevó a cabo, aunque hubo una segunda generación de Dino con motor V8.
En 1984, Ferrari vuelve a diseñar un “carreras-cliente”, el mítico Ferrari 288 GTO (en mi opinión, el Ferrari de motor central más bello de todos). Esta vez nada de V12, un V8 sobrealimentado, lo que debió hacer tragar mucha saliva a don Enzo. Este monstruo nació para correr como “Grupo B”, pero finalmente no llegó a hacerlo nunca de manera oficial y se convirtió en un objeto de coleccionismo desde su nacimiento.
En 1987 se celebra el 40 aniversario de la compañía y se quiere presentar un automóvil excepcional al público, el Ferrari F40, un deportivo brutal, sin la menor concesión al lujo, un auténtico coche de competición matriculable. Dice la leyenda que en el proyecto original se pensó en llamarlo Ferrari Enzo en honor al fundador, pero que su V8 turbo no era digno de llevar el nombre de “il commendatore”, por lo que finalmente se denominó F40, haciendo referencia al aniversario del lanzamiento del primer Ferrari.
Enzo Ferrari fallece apenas unos meses después del lanzamiento de este portento de 4 ruedas, el 14 de agosto de 1988, y se pierde el poder ver, por fin, un coche lo bastante digno como para llevar su nombre, el Ferrari Enzo presentado en 2002, esta vez sí, con un V12 en sus entrañas.
Fuente: Autocasion